Las reglas ortográficas son las normas
que regulan la escritura de las palabras. El sistema que forman estas normas,
conocido como ortografía, constituye una convención sobre cómo debe
manifestarse por escrito una determinada lengua. La ortografía,
en definitiva, es un código. En nuestro idioma comenzó a desarrollarse en el
siglo XVIII, sobre todo a partir de la fundación de la Real Academia Española
(RAE).
Gracias a las reglas ortográficas,
aceptadas por consenso por toda la comunidad lingüística, se facilita la
comprensión de los textos, ya que cada persona sabe cómo tiene que escribir
cada término.
Las reglas
ortográficas permiten determinar la forma de escritura correcta de aquellas
palabras que incluyen grafías con sonidos muy similares: G/J, V/B, Z/S/C, etc.
Las reglas ortográficas, por otra parte, indican cuándo deben tildarse las
palabras y cómo emplear los signos de puntuación. En las
escuelas se hace especial hincapié en la enseñanza de las reglas ortográficas
por parte de los profesores a los estudiantes, ya que es la manera de que los
alumnos puedan aprender a escribir correctamente. De ahí que los maestros se
encarguen de realizar en clase desde dictados hasta ejercicios que giran en
torno a una regla ortográfica. Es más, incluso algunos docentes “endurecen” sus
normas a la hora de corregir exámenes y les restan puntos por cada falta de
ortografía que lean o por cada tilde que no se ha puesto.
Así mismo
no
dudan en establecer que los menores adquieran libros específicos para el
aprendizaje de las citadas reglas ortográficas, compuestos de un sinfín de
ejercicios que les ayudarán a adquirirlas sin demasiado esfuerzo.
Un ejemplo
de regla ortográfica es aquella que indica que, después de la letra M, se
escribe la letra B y no la V. Por eso debemos escribir “también”, “cambiar” y
“tambor”, y no “tamvién”, “camviar” o “tamvor”.
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